
Para educar a nuestros pequeños es importante ser coherentes y tener claro cuál es nuestro objetivo al marcar los límites. Poner límites es una muestra de cariño y amor hacia el bebé. Les transmitimos que nos importan y por eso luchamos para que sean personas socialmente adaptadas.
Aprender las normas sociales y el respeto de los que nos rodean, es una árdua tarea para los padres. Sin embargo, la actuación temprana y constante nos facilita el éxito.
En primer lugar debemos definir bien de qué manera limitaremos las malas conductas de nuestros hijos. Debemos pensar cómo actuaremos cada vez que debamos corregir a nuestro hijo.
Nuestra acción debe ser inmediata, y el castigo en sí, debe ser corto y una vez cumplido, debe ser olvidado, como si nada hubiera pasado. Pues se supone que el niño ha entendido que eso no se debe hacer. Recordarle contínuamente lo que ha hecho empeora nuestra relación y hace que el niño se sienta más distante de nosotros.
Es importante que el niño no asuma la etiqueta de desobediente o maleducado, para que no actúe como tal en siguientes ocasiones. Son edades muy sensibles a los comentarios de los adultos y por eso hay que reforzar la idea de que son buenos niños.
Carmen Romero, psicóloga infantil, especialista en estimulación temprana.