
Aprovechando que el 15 de marzo se celebra el Día Mundial del Sueño voy a hablaros de un tema que preocupa enormemente a todos los padres del mundo: el sueño de nuestro bebé.
Y es un tema importante sin lugar a duda porque, es bien sabido que el niño necesita descansar, pero los adultos, obviamente, también lo necesitamos.
Durante las primeras semanas e incluso meses, es algo complicado de controlar ya que tanto el bebé como los adultos se están adaptando a una nueva vida y creando una nueva estructura familiar; para el recién nacido todo es novedad y no entiende en absoluto ni de horarios ni de rutinas.
Así que, como primer paso, lo fundamental es ayudarle a diferenciar el día de la noche. O sea que durante el día, independientemente de que el niño esté despierto o descansando, ha de percibir que hay luz y ruido ambiental (ya sean voces, música… ). Tiene que notar que hay actividad. Evidentemente, hay niños que por su propia naturaleza están más despiertos durante el día y otros que duermen más, pero la realidad es que si nosotros provocamos un ambiente activo, poco a poco ese sueño no será tan, tan profundo como el de la noche si no que será más ligero.
De la misma manera, es importantísimo que por la noche creemos una atmósfera de descanso en un entorno calmado y tranquilo para que de una forma clara el niño registre que es el momento de dormir; porque por la noche nos interesa conseguir un sueño profundo y, poco a poco, ir alargándolo cada día más. Para ello hay que concienciarse y actuar consecuentemente con nuestro propósito. Así que, a partir de las 8 – 8.30 conviene crear una rutina de baño y cena. Si pretendemos que empiece a relacionar la cena con la noche, esa última toma o biberón ya debe proporcionarse en un ambiente sin mucho ruido y con luz tenue y bajar al máximo tanto el volumen de la tv. como el de nuestra propia voz. Porque tendemos a pensar que el niño no se va a enterar o no se va a despertar porque duerme profundamente, pero hay que recordar que nuestra intención y lo que objetivamente nos interesa es que diferencie en qué momento del día se encuentra y que por tanto haga el tipo de sueño nocturno.
Dicho esto yo creo que es importante recordar que ni todos los bebés son iguales ni duermen igual; hay bebés más dormilones, otros más comilones; hay bebés que tienen molestias y los hay que tienen más dificultades a la hora de adaptarse o de conciliar el sueño. Ahora bien lo que sí tienen todos en común es que absolutamente todos los bebés aprenden, y lo hacen muy rápido .
Ellos enseguida, pese a no saber hablar, saben cómo comunicarse con nosotros y nuestra función es estar muy atentos y disponibles para poder atender cualquiera de sus necesidades. Cuando un bebé llora, generalmente es por algo y tiene que notar nuestra presencia o nuestra disposición a protegerlo y a solucionar lo que está ocurriendo. Porque un bebé, sobretodo, debe sentirse atendido.
También cabe tener presente que no todos los padres somos iguales. Para bien o para mal cada uno de nosotros tenemos una manera de educar, o una forma de reaccionar al llanto de nuestro bebé de una manera distinta y, por supuesto, a cada uno de nosotros nos provoca unas emociones, unas sensaciones y preocupaciones distintas la dificultad de conciliar el sueño o el dormir de nuestros hijos. Por ello debemos ser conscientes de nuestras particularidades y debemos analizar qué reacción provoca en nosotros el comportamiento de nuestro bebé para poder reconocer, controlar y resolver las dificultades con la mayor objetividad posible.
Yo creo que los 6 primeros meses son unos meses de adaptación en los que los padres van cansados, hay cambios hormonales, las pocas horas de sueño se ven interrumpidas por muchas tomas durante día y noche… Este momento de cansancio absoluto, yo lo defino como un periodo de supervivencia que hay que superar; unos meses, generalmente difíciles, por los que hay que pasar y que suelen ser difíciles y agotadores, dependiendo del bebé.
Y es a partir de los 6 meses,si no se ha podido hacer antes, cuando recomiendo que se empiecen a pautar un poco lo que son los hábitos en relación al sueño del bebé. Y tomo como referencia los 6 meses porque es una edad en la que el bebé todavía es pequeño y es fácil reconducir este tema de forma relativamente sencilla. Si intentamos reconducir el tema del sueño del bebé en edades más avanzadas, la cosa se complica y suele ser más difícil o más conflictivo.
Pero como siempre a la hora de tomar una decisión en cualquier aspecto de la educación de nuestros hijos, lo primero de todo es estar convencidos o tener claro qué queremos hacer para lograr que el bebé pueda descansar de forma lo más continuada posible y que los adultos también podamos hacerlo.
Así que en el DÍA MUNDIAL DEL SUEÑO quiero enviaros muchos ánimos a todos los que estéis pasando por esta experiencia de “sueño continuo”. Y decir a esos padres con problemáticas más particulares o a los que les angustia mucho el tema y que crean que necesitan más herramientas personalizadas a su bebé, que puedo ayudaros con diferentes estrategias individualizadas a fin de lograr un buen resultado.
¡Muy Buenas Noches!
Carmen Romero, psicóloga infantil, experta en estimulación temprana.